Como Charlie Rivel era tan, tan dulce, lo pinté al pastel. No gasté mucho pastel, como podréis comprobar, tenía una cartulina roja justo del mismo color que la túnica que le cubría desde el cuello a los zapatos, así que me ahorré pintarla.
Charlie, o Josep Andreu, nació entre actuación y actuación. Sus padres, artistas de circo, viajaban a pie empujando un carro para llegar a los pueblos donde lo más difícil todavía era conseguir un bocadillo de algo, cuando Charlie apareció en el mundo. A los dos años ya estaba actuando, dando sus primeros pasos para entrar en la historia, aunque entrar en la historia ,a los payasos nunca les importó ni un pimiento porque ellos viven en el tiempo de la infancia, en el que "Un instante desconoce al siguiente" (esto  que va entre comillas lo escribió mi amigo el poeta Guillermo Aguilera, un sabio).
Desde su debut, Charlie Rivel descubrió que nada malo puede pasar mientras uno se ríe. Luego descubrió que si uno se pone una nariz cuadrada, lo más probable es que pasaran cosas buenas.
Os dejo un video que realizó su nieto, para que le conozcáis un poco más.

Esta curiosa historia sugiere que al ofrecer nuestra amistad a alguien que no conocemos, fortalecemos nuestro vínculo fraterno con toda la humanidad. Una vez buscando los pequeños objetos y los minúsculos seres de mi mundo en el fondo de mi casa en Temuco, encontré un agujero en una tabla del cercado. Miré a través del hueco y vi un terreno igual al de mi casa, baldío y silvestre. Me retiré unos pasos, porque vagamente supe que iba a pasar algo.

De pronto apareció una mano. Era la mano pequeñita de un niño de mi misma edad. Cuando acudí no estaba la mano porque en lugar de ella había una maravillosa oveja blanca. Era una oveja de lana desteñida. Las ruedas se habían escapado. Todo esto lo hacía más verdadera. Nunca había visto yo una oveja tan linda. Miré por el agujero, pero el niño había desaparecido. Fui a mi casa y volví con un tesoro que le dejé en el mismo sitio: una piña de pino, entreabierta, olorosa y balsámica, que yo adoraba. La dejé en el mismo sitio y me fui con la oveja. Nunca más vi la mano ni el niño. 

Nunca tampoco he vuelto a ver una ovejita como aquélla. La perdí en un incendio. Y aún ahora en este 1954, muy cerca de los cincuenta años, cuando paso por una juguetería, miro aún furtivamente a las ventanas. Pero es inútil. Nunca más se hizo una oveja como aquélla. Yo he sido un hombre afortunado. Conocer la fraternidad de nuestros hermanos es una maravillosa acción de la vida. Conocer el amor de los que amamos es el fuego que alimenta la vida. Pero sentir el cariño de los que no conocemos, de los desconocidos que están velando nuestro sueño y nuestra soledad, nuestros peligros o nuestros desfallecimientos, es una sensación aún más grande y más bella porque extiende nuestro ser y abarca todas las vidas. Aquella ofrenda traía por primera vez a mi vida un tesoro que me acompañó más tarde: la solidaridad humana. La vida iba a ponerla en mi camino más tarde, destacándola contra la adversidad y la persecución. 

No sorprenderá entonces que yo haya tratado de pagar con algo balsámico, oloroso y terrestre la fraternidad humana. Así como dejé allí aquella piña de pino, he dejado en la puerta de muchos desconocidos, de muchos prisioneros, de muchos solitarios, de muchos perseguidos, mis palabras. Esta es la gran lección que recogí en el patio de una casa solitaria, en mi infancia. Tal vez sólo fue un juego de dos niños que no se conocen y que quisieron comunicarse los dones de la vida. Pero este pequeño intercambio misterioso se quedó tal vez depositado como un sedimento indestructible en mi corazón, encendiendo mi poesía. 

Pablo Neruda, Isla Negra, 1954

 Vincent Van Gogh es uno de los más grandes artistas de la historia.
Este cuadro lo pinté a la vuelta de un viaje a París, donde por primera vez pude ver, a centímetros de mi nariz, algunas de las obras que tanto había admirado en los libros de pintura. Cuando lo hice aún tenía la cabeza algo trastornada por lo que había contemplado.
Quizá sepáis que a Van Gogh muy poca gente le hizo caso, y a sus pinturas, menos. Sólo vendió un cuadro en su atormentada vida. Pero siguió pintando a pesar de todo. Si me gustase escribir moralejas diría que cuando uno tiene una fuerza para crear en su interior, no debe dejar que nadie la amanse.
Si sois peques los que leéis esto y nunca habéis visto sus obras, buscadlas y fijaos bien porque sus pinceladas se pueden seguir con la vista, son como caminos para la mirada, que te van llevando hacia arriba, dan media vuelta, vuelven a girar... Casi puedes imaginar su mano sujetando el pincel.
Fijáos en sus cielos. Los cielos de Van Gogh son tan personales que no pueden copiarse , por eso he preferido inventar un cielo para él.
Os pongo el video de una canción que Don Mc Lean le dedicó.
Espero que os guste:

http://www.youtube.com/watch?v=dipFMJckZOM

Proponía Rafa, el arquitecto de este blog, que podría poner aquí caricaturas de músicos y acompañarlas con alguna de sus obras, para conocer tanto su música como su cara. Y me pareció buena idea, así que me he puesto a pintarrajear a uno de mis
compositores y cantantes preferidos, Randy Newman.
Entre otras muchas cosas, ha compuesto bandas sonoras para películas de animación, ésas que tanto os gustan, como "Bichos", "Monstruos S.A." y "Toy Story". De ésta última coloco un enlace en la que Randy canta a la amistad. Se la podéis enviar a vuestros amiguetes, ya veréis cómo les gustará.
Ahí va:
http://www.youtube.com/watch?v=LXARdPb4YBs&feature=player_embedded